Siempre portaba su escudo, Jan era una persona callada y sin gesto de felicidad. Un escudo lo protegía de cualquier ataque frontal, con palabras se defendía y era su arma más mortal.
Ese escudo bueno no siempre era, lo protege de enemigos, pero se bloqueaba y personas cercanas muchas veces caían con él.
Eso lo llevó a reflexionar.
"Un escudo bueno siempre será, pero bajalo para descansar, y abraza a los que en verdad siempre están".