Hola, le decía todas las noches, a aquella visita que sabía que llegaría. Abrir los ojos no podía, sabía que la vería, entre todas las charlas me perdía y recordar sus rostros no podía.
Todas las noches con miedo la esperaba, y todas las noches con miedo la miraba irse, con un nuevo rostro llegaba y una historia nueva contaba.
En el momento de su partida, cambiar su rostro la miraba, -no esperes el mismo rostro y recuerda abrir la ventana que mi regreso será mejor que mi partida-, decía.
